miércoles, noviembre 07, 2007

El Pelegri

El domingo por la mañana salimos al aeropuerto para que Rosa tomara su vuelo a Düsseldorf. Manolo me dejó en casa de Moli donde iba a pasar las dos siguientes noches. Con Moli nos fuimos al puerto a dar una vueltecita y de paso a almorzar frente a la playa.

El puerto de Valencia es impresionante. Aunque es super moderno, queda bien con las contrucciones vecinas que son antigüas.

Después de almorzar nos fuimos a Chiva para encontrarnos con Ana, Víctor y Luquitas. Los años pasan y todos vamos cambiando. Claro que algunos muchos más, porque me imagino que tener un hijo te debe dar muchas alegrías, pero te cambia la vida totalmente. Ya tengo dos amigos que son padres, Damián y Víctor. Ambos super contentos.

Con Víctor y Moli nos fuimos a comer al mítico Pelegri (http://www.pelegrivalencia.com/). Digo mítico porque me habían contado ya varias historietas sobre involvidables comilonas en ese lugar. Así que tenía muchas ganas de conocer la grandiosa Chiva y el famoso y siempre bien ponderado Pelegri.

Al llegar nos atendió el dueño Rafa y nos ubicó en la mesa del fondo del salón, de donde se controla todo el lugar. Para empezar nos bebimos una botellita de Godeval Blanco. No conocía la uva godello (de Valdeorras, Galicia) y me gustó mucho. Voy a ver si se puede conseguir vinos de Godeval por aquí en México. Para acompañar los platos más fuertes del menú, seguimos con una botellita de tinto Penya Cadiella Selecció (no me acuerdo exactamente que variedad). Muy bueno también.

Me gustaron mucho estos vinos especialmente porque eran vinos que nos había probado. En particular, nunca había bebido un vino de Alicante como el Penya Cadiella.

En cuanto a platos, si no me olvido de nada, nos comimos lo siguiente. Para empezar, unas cucharitas con tres sabores: puré de patatas con trufa, puré de garbanzo y guacamole. Simples, pero sabrosos. De ahí seguimos con una cremita de legumbres que no me acuerdo exactamente que llevaba. Continuamos con una masita de hojaldre con un relleno delicioso y bañada en una salsa de tomate.

Mi plato preferido fue el que siguió: unas lentejas que tenía una base de la grasa de las manitas de cerdo, coronadas con unos trocitos foie. Para terminar nos comimos una carne de res estofada, que se deshacía en la boca. De postre un pastelito de chocolate, en caso de que no hayamos digerido suficientes calorías. Para resumir: una comida sobresaliente, finalizada con un infaltable gin tonic fantásticamente preparado.

Difícil imaginarse que en esa calle de Chiva uno a va tener una experiencia culinaria de esta magnitud. Quizás el que no sea tan obvio encontrarlo, sea un punto más a favor de este restaurant.

Etiquetas:

Google